Ascenso a la montaña Tamango

            En un principio, el ascenso parecía fácil, conquistar dos cimas de la Sierra Madre.  Pero la experiencia me ha enseñado que los ojos pueden tergiversar la realidad.  Nuestro punto de partida es en el cantón Paquí, que significa “entre maguey”, del municipio de Totonicapán. 

Montañas de Totonicapán, la cima derecha es Tamango.  T. Torres
            
          Iniciamos con un ascenso en un camino hecho por leñadores, cerca de un campo de maíz.  La tierra está seca por la falta de lluvia, pero bajo el suelo, abunda el agua.  Desde ahí empecé a notar la falta de entrenamiento que tenía, pero la convicción de alcanzar la cima, hizo desaparecer aquella molestia momentánea.

Vista desde la montaña Mucholic.  T. Torres

Volcán Santa María visto desde Mucholic.  T. Torres.
             En veinte minutos habíamos alcanzado la primera cima, la montaña Mucholic, una central de pozos de agua y un altar cerca del límite con otro cantón.  Tomamos un momento para acostumbrarnos a la altura y contemplar el panorama, en poco tiempo reanudamos la caminata.  Aunque ya habíamos calentado, la marcha continuó a un paso lento debido a lo accidentado del terreno.  Los pinos y encinos comenzaban a aumentar en número conforme avanzábamos. 

            El sendero es pequeño, pero hecho ingeniosamente para sortear las rocas que aminoran el paso.  Unas piedras pintadas de dos colores, sirven de mojón para los cantones.  La temperatura desciende y con cada paso, el sol se ve menos.
 
Sendero hacia la cima de la montaña Tamango.  T. Torres
            Después de cierto tiempo de caminata, el sendero se vuelve más ancho, pero aumenta la cantidad de obstáculos, como ramas y rocas, para sortear.  El suelo se cubre de abundante maleza, ramas y hojas de pino, lo que lo hace resbaloso.  Llegamos a otro punto plano, que son intersecciones de veredas comunales. 

            Ahora los rayos del sol desaparecen tras el manto de hojas de los árboles, que en esta parte de la montaña, son más altos y viejos, un santuario de la montaña.  La humedad aumenta, el suelo se cubre de una capa de musgo y hojas podridas, haciendo un lugar propicio para la abundante vida. 
Árboles cubiertos por líquenes y plantas trepadoras.  T. Torres
            En esta parte del trayecto, el sendero pasa por la orilla de un barranco, que tiene una profundidad considerable, pero una caída es poco probable ya que la abundante vegetación crea puntos de apoyo para pies y manos.  Aún no se puede divisar la cima de la montaña Tamango, pero el ascenso se vuelve más pronunciado, la temperatura desciende, la humedad y el cansancio aumentan, dificultando la marcha. 

            Los troncos de los árboles en este punto, son realmente grandes y altos, hogar de numerosas aves que se escuchan cantar.  Repentinamente, la humedad y los grandes árboles desaparecen y la cantidad de rocas en el sendero aumenta.  También hay mayor cantidad de flores y arbustos, característicos de las cimas montañosas. 
Altar junto a un árbol muerto en la cima de Tamango.  T. Torres. 

            Tras un último ascenso por una pared rocosa, se llega a la cima de la montaña Tamango, una de las cumbres más altas de Totonicapán, cercana a los 3 000 metros sobre el nivel del mar.  Un árbol muerto de pie y un altar nos dan la bienvenida y nos invitan a contemplar el panorama.  La vista es impresionante, al norte un descenso por la Sierra Madre, el escudo sur de las poblaciones de Momostenango y Huehuetenango, y a lo lejos, la Sierra de los Cuchumatanes. Al oeste, se extiende la cadena montañosa que rodea a las poblaciones de Totonicapán y Quetzaltenango.  Al sur, se divisa al volcán Santa María. 
Vista hacia el norte de la montaña Tamango.  T. Torres. 
 
Troncos como este abundan en el sendero hacia la montaña Tamango.  T. Torres.
            Tomamos un momento para reflexionar y descansar; el viento y las aves cantan armoniosamente.  Luego de recuperar fuerzas, es momento de emprender el descenso, no por el mismo camino, si no por una ruta al oeste.  Al igual que en el ascenso, en esta parte del trayecto abundan las grandes rocas y troncos de árboles caídos.  Nuevamente, enormes árboles cubren al sol y el suelo se torna negro, señal de ser muy fértil. 
Estos grandes y viejos árboles son numerosos en la Sierra Madre.  T. Torres.

Sendero que utilizamos para descender de Tamango.  T. Torres


            La marcha es más rápida, aunque se sufren más caídas por lo quebrado del sendero.  Los árboles comienzan a disminuir de tamaño, y los rayos solares logran filtrarse entre las hojas.  Se escucha a los lejos el ladrar de los perros, lo que denota que estamos cerca la comunidad.  El sendero presenta señales de ser más transitable y se puede ver el límite de la montaña y el cantón.  Después de cinco horas, estamos de vuelta en el cantón Paquí, a un kilómetro de donde iniciamos a escalar. Fuimos y regresamos de una de las partes más antiguas del bosque de la Sierra Madre. 

Guatemala posee gran cantidad de lugares para la aventura, solo hace falta tener disposición de explorar. 
27/01/2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario